No quería volver a escribir, pero acá estoy.
Yo no sé que hiciste, que mierda hacés... Bah, si sé, hacés tu vida y no me incluís.
Tantas preguntas... Quién te da derecho, de dónde sacás fuerza, y las miradas, los abrazos? Tantas preguntas... Estás segura que lo querés así, que luego no te arrepentirás de nada, nos volveremos a ver? Tantas, tantas preguntas... Que probablemente nunca sean respondidas. Que probablemente sea mejor no responderlas, sino sencillamente dejar que el tiempo se las lleve.
Me agarra tan desprevenido, acostado, solo, con la compañía de mi perro, sin tabaco ni una botella de vino en la heladera, tengo la guitarra en una esquina mirándome pero el vicio tiene que ser más fuerte para equilibrar tu frialdad.
Lo hacés a propósito? No sé como te da el cuero, si los dos sabemos lo que callan nuestras miradas cuando por fin se cruzan. Esto no lo acepto, decime que es mentira. No me llevás? No te quedás?
Sé que al final no me voy a acordar de tu sonrisa, pero eso es lo que no quiero, con vos no quiero olvido, no antes de haber pagado la deuda de besos que tenemos, no antes de una siesta con vos.
Tengo que reconocer que admiro tu fuerza y libertad para vivir la vida. Libertad en cierta forma, porque no sos sincera con vos misma y eso te detiene. A dónde nos lleva tanta inmadurez? Ninguno da el primer paso definitivo, y así nos perdemos.
Esperando despertarme de esta pesadilla de madrugada de miércoles, voy a buscar caminando una estación de servicio para tomarme un café y no me importa si llueve.
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