De repente entendí porqué las señoras si ven a alguno flaco insinúan que está enamorado, pero, sobre todo, de repente entendí porqué cuando uno se enamora deja de comer. La comida pasa a un segundo plano. Y tiene sentido, la comida era para vivir, pero hay otras formas de vivir sin comer. Enamorándose por ejemplo.
Es que no hay tiempo para comer. Probablemente no piense en vos mientras como. Es muy probable que te olvide en esos minutos, y hoy no quiero olvidarte. Hoy dejaría tantas cosas, sin más, pero no de pensarte. Quiero pensarte tantas veces como tantas veces repito esa música que rompe la distancia y te acerca un poco. Un poco mucho.
De repente también entendí porqué uno tarda en levantarse. Y claro, uno quiere seguir manoteando sueños a ver si en alguno aparecés. Por suerte ninguno maneja cuestiones relacionadas con los sueños, porque sino ninguno se levantaría.
Y, en definitiva, también de repente entendí porqué uno dejaría de hacer tantas cosas tan importantes, uno dejaría de lado muchos deberes. Porque como mencionaba anteriormente, hay otras formas de vivir. Hay formas y formas. Y otras formas mejores.
Pero probablemente también de repente podría pensar que estoy equivocado. Que eso que me parece que de repente comprendí no era tan así y es solo privilegio de algunos. Yo ya no sé si creerme.
Ah, y creo que tristemente no hay forma de vivir sin comer. El amor solo no va. Ahora que pienso, sería bueno comer con ella.
Mientras tanto, pienso en ella, pero creo que voy a olvidarla unos minutos. Porque es tarde, llevo largo rato sin comer, me cago de hambre, tengo que cenar, y tengo que dormir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario