viernes, 30 de marzo de 2018

Con las manos en la cabeza

Tuve que salir, con las manos en la cabeza.

Sí, me entregué, al fin.

Me hice cargo de un crimen que no cometí y del que solo fui cómplice.

Me entregué porque así lo quise, porque había que hacerlo, y porque me acorralaron.

Me entregué porque hay coartada, porque tengo una, y porque sé que vuelvo y nos escapamos juntos. No hace falta que te entregues también. Con uno basta. Con uno sobra. O por ahí vos ya te habías entregado antes y yo no lo pude percibir.

Me entregué y depuse las armas. Porque confío, porque sino no es entrega. Me llevan y tengo que declarar, el crimen que no cometí y del que solo fui el cómplice.

Cuál es la coartada? La que ya sabés, la que te digo siempre: me perdí en tu sonrisa, se me nubló la vista, perdí la consciencia, y me dejé llevar. Y fui cómplice.

Estuve. Eso no lo niego.

La sonrisa de quién? Me preguntarán. O no, pero debo saber responder. Y no es difícil, aunque pocos te conozcan como ahora lo hago yo. Seguramente digo sin dudar: La sonrisa de Christie, la "reina del crimen". Y podrá parecer una novela, donde estamos solos los dos... Y no quedó ninguno.

Pero sí, te quedaste. Y solo lo sé yo, y dónde exactamente. Y cuando me liberen del juicio, por el crimen del que solo fui el cómplice, voy a volver, a buscarte. Para fugarnos, a un país bien al sur.

No hay testigos, por ahora. Así que quedo libre, sin más. Solo fui cómplice, de tu sonrisa. Y vuelvo, y nos vamos.

Entonces, cuál es el crimen? Aún no lo descifro, aún es difícil saberlo. Diría que me mataste. Pero no, estoy acá entregándome, relatando un crimen que todavía bien no conozco.

Aunque hay algo que hacés siempre, que roza lo criminal. Cuando por fin encuentro seriedad: me mirás profundo y te mordés los labios. Por ese crimen deberían darte la "perpetua". Pero no voy a entregarte. Me faltarías. Y, además, yo soy el cómplice.

Aunque hay algo que me puede y también roza lo criminal.

A mí me da vida matarte un poco en un beso.

Y vos en ese beso que me da vida, decís que te morís un poco. Pero al morir un poco, como también decís, te acercás al cielo. Y me mirás, y sonreís, mientras me decís tramposamente: "Y mi cielo, bueno, mi cielo sos vos". Y otra vez, te merecés la "perpetua". Porque te creo.

Lo que no sabés es que me das vida en un beso, pero cuando siento perderte y que vos te morís un poco para llegar al cielo, me llevás con vos y morimos juntos, y ya no hay cielo que necesitemos.

Terrible crimen. Pero en tu defensa, no sos la única responsable de crímenes.

Terrible efecto dominó.

Reconozco que puedo mentirte. Que puedo pedirte "cinco minutos más" en un hostal, y que vos confiás, o no. Pero que yo sé que te estoy mintiendo, y que si de mí dependiera, podrían ser horas. Días?. Días.

Reconozco que puedo mentirte. Que me visto y me voy, cuando quisiera quedarme más. También te miento.

Pero me entrego. Con las manos en la cabeza.

Porque solo soy tu cómplice.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Tu mirada

Qué sentí en ese momento? Donde cruzamos miradas e hicimos silencio un par de minutos? Cada día me acuerdo mejor... Tanto, que no necesitaría escribirlo, ya sé que no me voy a olvidar. Pero ese par de minutos empezó muchas horas antes.

Era sábado, de tarde, en un lugar donde nadie más estaría, y nadie más estaba... Me acuerdo por ejemplo que hacía el intento, pero no podía concentrarme. Me perdía en tu mirada, en tu sonrisa, en el silencio dentro mío mientras vos hablabas.

Hablabas pero no entendía nada, no escuchaba nada, nada más existía alrededor. Pensaba que estaba en un lugar donde nadie más estaría, con vos, y eso era todo lo que necesitaba saber.

Hablabas, y que difícil era maquillar la derrota cuando parabas para preguntarme en qué pensaba. Yo no pensaba en nada realmente, y eso te decía, y no me creías. En realidad en ese momento en que parabas, caía en la cuenta de que empezaba a caminar el laberinto pensando en vos, en esa mirada y en esa sonrisa, pero a los pocos pasos me perdía... En esa mirada y en esa sonrisa. Cuando te decía que no pensaba en nada, era un poco cierto. Estaba cerca de la entrada al laberinto pero muy perdido intentando prestar atención, intentando disimular esa derrota. O victoria tal vez? Porque vos ganaste. Y yo que quería empatarte.

Me reía para no sonrojarme y te decía que no pensaba en nada, que me colgué por alguna boludés y vos bien hacías en no creerme pero continuabas hablando. Que difícil me resulta concentrarme en lo que me decís cuando me hablás. Que difícil no meterme de nuevo en ese laberinto y perderme. Y con esa sonrisa, esa boquita... Te confieso que hacés trampa, y no es justo. Y no me colgaba por una boludés como te decía, pero siempre es difícil reconocer una derrota. Me colgaba pensando en vos, en nosotros. Que estábamos en un lugar donde nadie más estaría, y nadie más estaba.

Seguramente hablamos de todo, como siempre, y se hizo de noche. Porqué te quedabas? Sospechaba que por el mismo motivo que yo, pero seguramente no quería asumirlo, podría ser demasiado lindo como para ser cierto. Así me engañaba. Debe ser el reptiliano, el instinto de supervivencia, o un mecanismo de defensa, para no dar un paso más que me haga imposible retroceder y volver a la entrada del laberinto, para volver a salir, por la entrada.

La noche avanzaba, y nosotros seguíamos. Porqué nos quedábamos? Y la noche avanzaba con propuestas. Compartir el silencio por ejemplo. Y fue difícil, para no decir casi imposible. Fue incómodo, no podía mirarte, y vos no podías mirarme, pero cuando cruzábamos miradas un par de segundos, se producía el chispazo que resonaba como un trueno en mi consciencia. Y no queríamos reconocerlo.

La noche avanzaba, seguíamos en un lugar donde nadie más estaba. Porqué? El sospechar la respuesta nos robaba una sonrisa. Y la noche redoblaba su apuesta. Compartir el silencio, y además, clavar mirada un par de minutos. Qué par de minutos! Lo sentí como una eternidad, pero sabía que tenía fin y hubiera dado todo por detener el tiempo en ese momento, en esa mirada. Sentí el éter que nos conectaba, que nos unió más, y nos dio esa complicidad de la que nadie podría sospechar siquiera.

Y hubo que volver, pero seguimos juntos. Hasta hoy. Ahora también hay que ir, y seguimos, y todavía sigo perdiendo en esa sonrisa, en esos labios. Y ahora también sonrío, y reconozco la derrota en esa boquita, en esa sonrisa.

Siempre en un lugar donde nadie más estaría. Pero nosotros estábamos.

Estamos.

Y hoy podría ser el día internacional de la poesía. Y con el aire fresco, y su bocanada, lo mínimo que podía hacer era recordarme de tu mirada.

sábado, 17 de marzo de 2018

Fue la luna y fuiste vos

Ese día no había luna.

Y estaba seguro de que no iba a haber luna, como por esas cosas de las que hablan los aficionados a la astronomía de los ciclos de la luna y cosas parecidas que todos deberíamos saber y a poca gente nos interesa.

No estaba nublado, el cielo estaba muy despejado, con algunas estrellas.

Y no había luna!

Yo no tenía idea de que le ibas a poner tanto a empeño a descifrar los misterios de los astros... Vos sabés como enamorar. Quién más, como vos, busca diferenciar una luna nueva de un eclipse de sol? Siempre sacás ventaja, siempre hacés la diferencia.

Quién más detiene el tiempo con un vino? Con la ribera de un río? Con esas palabras y esa sonrisa. Con los diecisiete grados que se sienten a menos de quince. Con ese viento de madrugada sin gente, que me bardea un poco despeinándote los rulos. Con ese abrazo que quisiera pero no te doy.

Madrugada sin gente. Y sin luna.

Pero el universo siempre está jugando a los dados, riéndose de todos los mortales... Poniendo detrás mío y frente tuyo, como por arte de magia, la luna nueva más grande y amarilla que nunca vi. Y nadie más vio. Solo vos y yo. Y estoy seguro de que nadie más nunca la verá.

El universo siempre está poniéndome una luna enorme cuando estoy con vos. O serás vos quien la pone?

Porque no había luna.

Y al final apareció una. No me van a vender el cuento de que la luna tiene horario de salida! Lo hiciste a propósito. Para confundirme más y tener que encender otro cigarrillo.

Confundirme más... El beso va ahora? No. Enseguida? Creo que no. Después? Puede ser.

Yo quería acompañarte, estaba decidido. Era el día. Me lo cantó la luna.

No es fácil despedirse de vos solo con un abrazo. Solo con una incertidumbre. Solo sabiendo lo que uno siente y no lo que sentís vos. Porque sos dura, porque nadie tiene que descifrarte.

Pero vos estabas, y la luna también.

Y... A veces la luna engaña, y vos también. Y... A veces ese beso cantado no es tan así. A veces ese "sí" con vos se transforma en un "no". Y no en un "no" cualquiera, en el "no" peor de todos. En ese "no" que mata un poco, que borra la luna y toda la magia de una noche.

Estaba cantado! Que pasó? Fue la luna, y fuiste vos.

Será mañana? No. Pasado? Creo que no. Después? Podría ser.

Y eso fue lo peor de aquél "no". Que tu sonrisa me seguía diciendo que "sí".