A veces sentimos cosas que la otra persona jamás se entera. Nos pasan cosas por dentro, generalmente muchas, bastantes, y la otra persona sin siquiera percatarse, pensar, ni sospechar al menos todo lo que genera en nosotros, tampoco podemos sacarle tanto la ficha por la indiferencia con la que se maneja. Bueno, todo esto de que la otra persona ni lo sospecha es nuestra impresión claro está, nunca vamos a saber realmente lo que le pasa por dentro.
A veces sucede que estamos como en la piel de algún personaje principal en alguna novela psicoanalítica de Sábato, con más preguntas que respuestas, tantas preguntas, tantas aristas, tantos caminos diferentes por el que podrían ir nuestras suposiciones, y no podemos visualizar el verdadero túnel en el que estamos. Que si bien puede ser oscuro y sombrío, tiene una salida, y un solo camino. Y es que al final solo termina pasando una de las tantas cosas que calculamos por las cuales nos fritamos el cerebro pensando.
A veces en el afán de querer tomar la mejor decisión para una situación queremos pensar en todas las opciones posibles, queremos generar todos los escenarios posibles, y así nos quemamos la cabeza con situaciones que en realidad no requieren un mayor análisis y quizás sean mucho más simples de lo que podemos, o queremos, imaginarnos nosotros.
A veces nos gusta complicar las cosas, complicarlas en el buen sentido. No queremos equivocarnos o tomar una decisión que pueda ser mala después, y en cierto punto está bien, pero en el mayor de los casos nunca suceden muchas de las boludeces que nos imaginamos y por las que nos quemamos el bocho. Tal vez nos guste el ejercicio de intentar tener el "control" de la situación preparándonos a cualquier cosa que pueda surgir, estar siempre prevenidos, debe ser algún vestigio de nuestro instinto de supervivencia. Tal vez nos guste pensar que manejamos las cosas, que manejamos personas, el presente y el futuro. Cuando a veces no podemos manejarnos ni a nosotros mismos.
Pero lo que casi siempre pasa es que cuando más analizamos todo, aparece una fuerza mística que desarma nuestras jugadas, nuestros pensamientos. El universo, la naturaleza, el destino, el karma, Dios, como queramos llamarlo; nos mezcla las cartas y ocurre algo que jamás pudimos haber imaginado, o algo que imaginamos pero lo descartamos por lo descabellado que parecía. Y sí, eso ocurre, eso es lo que termina pasando, lo menos pensado o lo más inesperado. En ese momento te das cuenta que te hiciste la cabeza al pedo y que no sirvió de nada toda la pasión que le pusiste a analizar tanto las cosas. Te das cuenta que perdiste el tiempo al pedo, y otras cosas, como la paz.
A veces nosotros tomamos la posta y tiramos un centro, como "globos sonda" para hacer un testeo, medir a la otra persona, sacarle la ficha. Algunas veces, con pequeños detalles al actuar en respuesta a nuestra sutil propuesta, nos dan toda la pauta que la cosa es recíproca y que sí hay onda entre los dos. Pero otras veces actúan de una manera totalmente indiferente y nos meten serias dudas, que es lo peor de todo; la duda, "maldita, cortamambo y cruel...", como dice un tema de Las Pastillas del Abuelo. En este caso ya no sabés como actuar y entrás en una gran confusión, no querés meter mal la pata, confundir la buena onda de esa persona con que hay algo más ahí. No sabés si la otra persona siente cola de paja e intenta no ser tan evidente de que siente algo hacia vos, prefiere ir despacio y tranqui porque también tiene dudas de lo que vos sentís y por eso recurre a la indiferencia a veces y otras tiene la mejor onda para con vos. Quizás este "tire y afloje" suyo sea la forma en que intenta sugerirnos tímidamente algo, o quizás realmente no hay nada más que buena onda y amistad. Como saberlo, Dios. Un día actúa como si hubiera algo más, y al siguiente como si no hubiera nada más; que todo es un invento tuyo, que tal vez no exista lo que pensás y/o querés. No lográs descifrar entonces que es lo que siente.
Encima le buscamos la vuelta a lo que la otra persona hace, para engañarnos, para creer que piensa en nosotros, para creer que estamos en sintonía, a la misma frecuencia, que lo que sentimos es recíproco... Cuando la otra persona ni siquiera te registra, o no registra lo que está pasando solo a tu alrededor, en tu interior, en tu cabeza. Si realmente ocurriera que la otra persona siente algo más, por más tímida que sea o insegura que esté; nos daría pistas, nos tiraría un centro, una mirada, un guiño, una sonrisa. Y no habría tanto que pensar, no te parece? Sino la otra persona ni ahí está por lo que te pasa, no registra lo que está pasando dentro tuyo, y es solo tu problema, no el suyo.
Igual solo pueden ocurrir cuatro situaciones:
1) La otra persona siente algo más y se da cuenta que a vos te pasa lo mismo; te tiraría un centro en algún momento, alguna situación de acercamiento aprovecharía.
2) La otra persona siente algo más y no se da cuenta que a vos te pasa lo mismo; en este caso intentaría sugerirte cosas pero sin ser muy evidente para no quedar mal parada, tendrás que tomar la posta vos e insinuarle cosas para que también se anime.
3) La otra persona no siente nada y se da cuenta que vos sí; intentaría meterte en un freezer, si es buena onda sin ser muy cortaonda, sino puede ser muy jodida. No te seguiría los centros que le tirás vos para que te des cuenta.
4) La otra persona no siente nada y no se da cuenta que vos sí; actuaría en todo momento naturalmente, no te daría pistas de nada y podrías confundir su buena onda.
Mucho quilombo al pedo me parece, la posta está en sacar tus conclusiones en tu relacionamiento con la otra persona, tirar los centros cuando se te de la oportunidad y atender como reacciona. Sin esperar nada especial, para no llevarse desilusiones.
Hay que dejarse de joder, y ser feliz sin tanto boludeo, sin pensar tanto las cosas, porque sino no tienen fin. Sé que a veces es inevitable hacerse la cabeza por lo que uno siente pero por lo menos no ser tan boludo, hay que pensar menos y vivir más, a veces. Vos hacé la tuya y punto, las cosas se van a acomodar solas.
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