Que felicidad cuando tengo cosas que hacer. Y así puedo dejar de pensarte. Y puedo darnos tregua. Y puedo distanciarnos. Felicidad sería lograrlo.
Lo que no sabés es que eso es parte importante de mis quehaceres, pensarte. Y si bien soy un desastre organizándome en todo lo demás, no sé cómo hago para llegar siempre puntual a esa cita con vos, con vos a lo lejos.
Que mierda cuando entre cosas que me distraen, cuando por fin no pienso en nada, aparecés de repente llamando a la puerta, y yo que no quiero abrirte, pero vos pasás igual. Que mierda que no venís sola, venís con alguien más y metés cagazo.
Yo no sé que mierda estarás haciendo, pero qué cagazo pensar que podrías estar con alguien más, o pensando en alguien más... Que alguien más te de felicidad, así, sí; egoísta y todo.
Y eso me detiene con los ojos abiertos un par de segundos, y el siguiente par me acelera, para luego intentar seguir con lo mío y dejarte ir. Porqué no te atajo? Porqué no te hablo y te blanqueo todo? No sé. Supongo que no tiene sentido, supongo que no sé si es relevante para vos.
Me darías alguna señal, pienso. Pero por ahí me la das y yo de gil no me doy cuenta. Pero por ahí no me la das, y estamos enroscados en este jueguito de máscaras que no sé a dónde nos lleva, pero quiero creer que a un lugar que ninguno de los dos quiere, porque nos lleva a la nada.
Podríamos dejar de engañarnos y de hacernos los duros, alguno deberá tirar la primera piedra.
Yo no quiero volver a sentir ese cagazo de no tenerte y que el tiempo pasa muy rápido. Ese cagazo de poder abrazarte, besarte, y dejar, sin más, que alguien más pudiera hacerlo.
Sonreíme, y con la mirada decime que sí. Dejá a mi cargo lo demás. Yo estoy. Vos estás?
No hay comentarios:
Publicar un comentario